Este verano haciendo el camino de Santiago, me detuve muchas veces a conversar y respirar junto a diferentes árboles, una encina, un roble, un castaño y un pino. Y sí, doctor, no estoy loca, pero siento que los árboles si los escuchas, hablan. Aún guardo en la memoria esta sensación de estar con ellos tan íntima y tan auténtica, que consistió sólo en estar presente para ellos. Esto es algo que hasta ahora nunca había hecho: dedicarle tiempo a esa tarea, pero es lo que tiene el Camino: tienes tiempo para realizar esas cosas que normalmente no haces en tu vida cotidiana.

Ilustración: «Mujer Árbol». Acrílico hecho con amor por Elena Caballero.
Me gusta sentir que desde que hice el proyecto de Mujeres de la Naturaleza poniendo voz a sus elementos y a sus paisajes protagonistas, se ha estrechado mi relación con ella, especialmente con los árboles, emocionantes nuevos amigos del alma.
Quiero compartir lo que escribí para ilustrar a la Mujer Árbol, como un ser hablando en primera persona. Enraizada feliz y hermosa en la tierra, haciendo valer sus derechos ante la ignorancia humana que no la respeta. Pero eso, estoy segura, lo estamos empezando a cambiar, ¿verdad?
Y dice así: «Soy la Mujer Árbol, el centro del universo, el más fascinante eje entre los mundos, desde el principio de los tiempos. Mis raíces buscan el corazón de la tierra y mis ramas aspiran a alcanzar el cielo. Por mis venas fluye la frondosa e inagotable savia de la creación, que nace, crece, muere y se regenera.
He sido testigo de los amores, sueños y esperanzas de miles de seres reunidos bajo mi copa siglo tras siglo. La entereza de mi tronco indica que yo Mujer Árbol, tan venerable, hago posible la continuidad de la existencia, tanto, que respirar a mi vera, te reconcilia con tu inmortal herencia.
Mi sorprendente engranaje interior me permite sostenerme, dar cobijo y relacionarme con todo el ecosistema. Al igual que cualquier mujer, cuanto más profundas y sanas sean mis raíces, mayor será mi fuerza, más bello mi porte y más exquisito mi fruto.
Somos tesoros y, como tales, se nos trata con el debido cuidado, aunque aún existan sitios donde no nos respetan. Por tanto, es vital proteger y valorar a las mujeres y a las selvas. Las culturas prósperas y abundantes son pacíficas, no talan árboles y velan por el bien de sus semejantes.
Existen personas árbol con tal devoción por nuestras especies que han logrado, abrazándose a nosotras, los árboles, evitar la tala de bosques enteros. Son heroínas de Kenia, el Himalaya o Amazonas. Abrázame, si quieres, como hacen ellas. O, tan solo, mírame con asombrado amor».
¿Qué árbol te pararás a escuchar hoy?
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