Desde que estoy descubriendo el amawtismo, de la mano de Warawara y el amawta Fernando Ergueta, me siento mucho más conectada a la Madre Tierra. El amawtismo es la sabiduría ancestral de los pueblos andinos, una forma de vivir en conexión y sincronía con los ciclos naturales de la Tierra y el universo para así poder equilibrarnos en todos los planos de la existencia. De ahí que los ciclos de la naturaleza estructuren cada una de sus actividades. Algo tan de sentido común, que parece mentira que la mayoría de los pueblos hayamos olvidado.

«La Madre» en acrílicos y técnica mixta hecha con amor por Elena Caballero.

Así que, para mí, ahora tiene más sentido celebrar el “día de la Madre” este primer domingo de mayo porque siento que no solo nos sirve para recordar a nuestra querida madre física, sino a la Madre con mayúsculas, símbolo de todas las madres, incluida la gran Madre Tierra, la gran Diosa femenina que nos acoge, representada en este despertar de la fecundidad de la tierra en el hemisferio norte.

De hecho, este desperezarse de la belleza y la vida, a mediados de la primavera, se ha celebrado siempre en otras culturas del planeta, como la celta. Beltane, el 1 de Mayo, representa una antiquísima y misteriosa celebración del buen tiempo, de la fertilidad, la sexualidad y la floración. Se sabe que también en la antigua Roma se honraba en este tiempo a Flora, la diosa de la Vegetación, con sus juegos florales.

Tengo la certeza de que la mayoría de las culturas celebraban en sincronía con el ritmo de las estaciones y el baile del despertar, sembrar, cosechar y el descansar de la tierra.

«Primavera», en acrílicos y técnica mixta hecha con amor por Elena Caballero.

No puedo dejar de pensar que para el mundo andino la tierra es una deidad dadora de vida y por ello lo es también la mujer, concebida con la virtud de poder florecer, ser madre y creadora. Ellos nos recuerdan que la mujer es semilla, siembra y cosecha y al mismo tiempo protección, cuidado y amor.

Felicidades, Madre Tierra, madre biológica, hermanas madres, mi madre interior, os doy profundamente las gracias y os ruego que, juntas, promovamos la maternidad universal, el cuidado y respeto de todo ser, por pequeño, desconocido o inerte que sea, para parir una nueva era.

Y sobre todo que pueda yo convertirme en una buena madre de mí misma, tratándome con cariño y compasión, cada día para florecer como esas rosas que estos días aparecen por doquier.

Y tú, ¿cómo sientes este tiempo de fertilidad?

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